
Un grupo de balseros cubanos se aferró a la vida luego de que le improvisada embarcación en la que viajaban se averió y los dejó a la deriva, por lo que tuvieron que beber de su propia sangre y orina para sobrevivir.
Para Alain Izquierdo ha sido una de las peores experiencias de su vida y aunque se siente feliz por haber salido con vida, se siente a la vez triste porque no todos sus compañeros de travesía lo lograron, comentó en entrevista con la agencia Reuters.
“Estoy Feliz de haberlo logrado, vivo, pero fue algo por lo que nadie debía pasar”, expresó Izquierdo a la agencia informativa desde la casa de sus tíos en Port St Lucie, en la costa este de Florida.
Izquierdo es uno de los sobrevivientes que logró su objetivo de llegar a Estados Unidos y que escapó de Cuba junto con otros 31 balseros rumbo a Centroamérica en su objetivo para llegar finalmente a Estados Unidos, pero las cosas no salieron bien y la barcaza en la que viajaban se descompuso.
La barcaza, de 6 metros de largo y de fabricación casera, estuvo a la deriva sin que alguna otra embarcación ofreciera su ayuda.
A principios de septiembre salió de la isla un grupo de 32 personas, pero al segundo día el motor de la barcaza falló y se quedaron a la deriva sin alimentos ni agua, por lo que 11 pasajeros murieron de deshidratación y otros optaron por regresar a la isla nadando, pero hasta el momento no se sabe de su paradero.
Los otros 15 sobrevivientes fueron rescatados a finales de septiembre por pescadores mexicanos en la Península de Yucatán tras pasar 23 días en altamar bebiendo de su sangre y de su orina.
Izquierdo, de oficio carnicero, dejó en Cuba a su esposa y a sus dos hijos para buscar un futuro mejor para ellos.
Mailin Pérez, es otra de las sobrevivientes que a pesar de todo logró su objetivo de llegar a EEUU, habló para la agencia Reuters y lamentó que aunque muchas embarcaciones los vieron que pedían ayuda no se acercaron.
“Nadie se detuvo, aún cuando podían ver que estábamos desesperados”, manifestó en entrevista con la agencia informativa.
Este naufragio es considerado uno de los mayores desastres de balseros cubanos en décadas.
Balseros bebieron de su sangre y orina para sobrevivir