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Hace mucho tiempo dejó de ser un secreto que por intermedio del Internet
personas sin escrúpulos de ninguna clase se dedican a vender y a comprar
“certificados ó títulos”, <si podemos decirlo así> para desempeñar cargos
que ambicionan, presumir de un grado que nunca obtuvieron, aparentar lo
que no son, ir “subiendo” peldaños y engañar a quienes los rodean.
Compran un certificado falso, lo exponen en sus oficinas, etc., etc. y se dan
ínfulas de genios, sabios, entendidos en una cantidad extrema de profesiones
que, quienes les creen, caen en la trampa y les siguen el juego.
Lo lamentable de la situación es que en un sin número de veces, dada la
ignorancia de otros tantos cuando menos piensan descubren el engaño, suman
lo que en dinero han perdido, valoran el tiempo “invertido” creyendo en
patanes que exhiben papeles firmados quien sabe por quien, con sellos falsos
pero con marcos “finos y elegantes”.
Entonces como dice un refrán: “entre cielo y tierra no hay nada oculto”, llega
el día en que se ven descubiertos ó, su mismo comportamiento, desempeño de
sus funciones los delata y hasta ahí les llegó la dicha y la buena fortuna.
Cuando menos pensamos nos presentan al “profesional”. No voy a hacer la
lista de todos los títulos que están impresos en los certificados porque es muy
extensa; es ahí cuando descubrimos que tenemos que agregar un nombre más
a la “libreta negra”. Muchos son los profesionales titulados con conocimientos
mediocres, nulos, que han jugado y se han burlado de quienes les creyeron
ingenuamente y cayeron en sus trampas.
Podemos hacer distinción en quien es más inmoral: ¿el que vende o el que
compra el certificado?
Esto me recuerda un poema de Sor Juana de la Cruz, “Redondillas”, uno de
Sus versos dice:
¿O cuál es de más culpar,
aunque cualquiera mal haga,
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
Comercialización de documentos