Demos razón por nuestra esperanza

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San Pedro llama a los cristianos en su primera carta (3, 15-18) a estar “dispuestos siempre a dar, al que las pidiere, las razones de la esperanza de ustedes. Pero háganlo con sencillez y respeto”. Tenemos aquí una tarea central como cristianos católicos, una de la cual podemos mencionar varios aspectos.

Primero, debemos tener esperanza, y de una manera obvia. Estamos llamados a vivir nuestras vidas de forma que la esperanza brille con tanta claridad que cause que la gente se pregunte: “¿Cuál es la causa de su esperanza? Si no tenemos esperanza, no habrá necesidad de dar una explicación por ella, pero si estamos llenos de luz, en un mundo donde hay tanta oscuridad, entonces la gente querrá saber de dónde viene esa luz.

¿Por qué le vale la pena a la gente escucharnos, aun si presentamos grandes razones para nuestra esperanza? Las otras lecturas que escucharemos este Sexto Domingo de Pascua nos dan algunas ideas. Primero, cuando Felipe comienza su predicación en Samaria (Hechos 8, 5-8, 14-17), leemos: “Esto despertó gran alegría en aquella ciudad”. Nosotros, que sentimos la alegría que nos da la fe en Jesucristo, la alegría que nos da esperanza, debemos siempre querer compartir esa alegría con los demás.

Un dicho muy significativo es: “No se puede dar lo que no se tiene”. Si creemos que hemos recibido el Espíritu de Jesús; si creemos que vivimos en su amor; si creemos que en Jesús se nos ha manifestado el Padre, como leemos en Juan 14, 15-21, entonces nos damos cuenta de que lo que tenemos es algo tan valioso que nos hace falta compartirlo. Sentiremos de verdad la alegría que nos llena de esperanza, y nos da algo que vale la pena compartir con todos los que nos encuentren.

Luego, debemos estar listos para responder a la pregunta. Aquí vemos la importancia de aprender sobre nuestra fe, luchar con las preguntas difíciles, y poder ofrecer respuestas creíbles y razonables. Aunque es imposible ofrecer pruebas definitivas para la fe, no nos deberíamos de esconder detrás de la expresión: “Es un misterio; hace falta solamente creerlo.” Tampoco deben los católicos hablar para hacer ruido como tantos comentadores en la televisión y la radio y en los blogs hoy en día. Hace falta que nos esmeremos en nuestro estudio y oración para poder dar “razón de nuestra esperanza”. Si estamos llenos del “Espíritu de la verdad” que le promete y da Cristo resucitado a la Iglesia y confiamos en Él, podremos explicar nuestra fe con amor y confianza a la vez.

Pero no sólo debemos estar dispuestos y ser capaces de dar una respuesta, pero importa mucho cómo lo hacemos. El Papa Francisco, en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, comenta sobre este pasaje: “Es verdad que, en nuestra relación con el mundo, se nos invita a dar razón de nuestra esperanza, pero no como enemigos que señalan y condenan. Se nos advierte muy claramente: ‘Hacedlo con dulzura y respeto’ (1 Pe 3,16), y ‘en lo posible y en cuanto de vosotros dependa, en paz con todos los hombres’ (Rm 12,18). También se nos exhorta a tratar de vencer ‘el mal con el bien’ (Rm 12,21), sin cansarnos ‘de hacer el bien’ (Ga 6,9) y sin pretender aparecer como superiores, sino ‘considerando a los demás como superiores a uno mismo’ (Flp 2,3)” (#271). En un ambiente en cual los debates en los medios de comunicaciones sociales ofrecen con mucha frecuencia más calor que luz, se nos pide a nosotros ser comunicadores de la luz de Cristo, en todo momento.

1 Pedro 3, 15 – “Dar razón de nuestra esperanza” – nos ofrece el lema de todo esfuerzo de evangelización, de la comunicación de la Buena Nueva de Jesús. Hace falta sentir y vivir de verdad la esperanza. Hace falta que podamos dar nuestra explicación con convicción y a la vez con dulzura y caridad. Estemos radiantemente llenos de esperanza. Estemos siempre listos para dar razón por nuestra esperanza.

Texto sugerido de la Palabra de Dios – 1 Pedro 3, 15-16: “Veneren en sus corazones a Cristo, el Señor, dispuestos siempre a dar, al que las pidiere, las razones de la esperanza de ustedes. Pero háganlo con sencillez y respeto y estando en paz con su conciencia”.

Demos razón por nuestra esperanza