El Honorable Guardián

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Cuenta una leyenda que en un monasterio de los Himalayas, un monje, que era el Honorable Guardián de la seguridad del monasterio amaneció sin vida.

La pérdida de este monje apresuraba la necesidad de encontrar a otro monje que pudiese asumir ese puesto de tan alta responsabilidad. El Gran Maestro del monasterio convocó a todos los discípulos para determinar quién ocuparía el honroso puesto.

El Maestro, colocó una pequeña mesa en el centro del salón donde estaban reunidos y encima de ésta, colocó un fino jarrón de porcelana, y dentro, una exótica flor azul, y dijo: “He aquí el problema.” El primero que pueda resolverlo será nuestro Honorable Guardián”
Los monjes se quedaron confundidos, ¿como un jarrón con una flor era un problema? Mientras todos se miraban llenos de interrogantes, uno de los discípulos se dirigió al centro con paso firme, levanto el jarrón con su exótica flor y lo lanzo por la ventana para afuera, haciéndose pedazos.
Todos quedaron boquiabiertos y otros asustados, mas el Gran Maestro dijo:
“Alguien no sólo a dado solución al problema, sino que también lo ha eliminado. Honremos a nuestro Honorable Guardián”.

Desde niño aprendemos que cada vez que si veíamos a alguien triste, preocupado o desanimado era porque tenía un problema. En ocasiones, llegamos a la infantil conclusión que de los problemas hay que huir, evitándolos a toda costa y como consecuencia podremos ser feliz. Pero vivir huyendo de los problemas puede ser demasiado agotador y al final descubre que la felicidad no llega simplemente por mantenernos al margen de las dificultades; de hecho, huir de los problemas es un problema. Como dijo aquel predicador de Baltimore “Las dificultades están destinadas a despertarnos, no a desalentarnos. El espíritu humano crece a través del conflicto”. (William Ellery Channing)

Los problemas son nuestras oportunidades para aprender, desarrollar, y mejorar aquellas cualidades de nuestro carácter que nos distinguen de los demás. Los problemas no le gustan a nadie, y mientras más queremos correr de ellos, más parecen perseguirnos. Algunos de ellos son tan confusos y absurdos como el del jarrón, y si nos quedamos con las dudas y boquiabiertos perdemos miserablemente el tiempo alrededor de algo que nos consume en la duda y nos detiene de progresar. Hablemos en serio, cuando vea un problema venir vea también la oportunidad de convertirse en un Honorable Guardián.

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El Honorable Guardián