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En este mundo convulsionado en donde todos queremos ganar la carrera de la vida y hacer
todo al mismo tiempo porque no nos queda otra alternativa, estamos necesitando hacer un
“pare” y meditar con calma y con positivismo. Ese “alto” no tiene que ser muy extenso,
simplemente debe ser consciente, positivo en nuestra mente y en nuestro corazón.
Muchas veces estamos tan escasos de tiempo que nuestras carreras no nos permiten analizar
todo lo bello que nos rodea y todo lo bueno de lo que podemos disfrutar.
La velocidad del tiempo, los compromisos que tenemos que cumplir para poder sobrevivir,
la apatía a la que nos llevan tantas circunstancias incomprensibles y, nuestra negación a mirar
y analizar positivamente, forman una maraña hostil que si nos dejamos envolver en ella, no
vamos a tener ni deseos ni tiempo de reflexionar en todas las cosas bellas, sencillas que nos pueden conducir a un ritmo y estilo diferente.
¡Es saludable sonreír! Algunas veces cuando sacamos esos minutos para saludar bien, para
contemplar el paisaje, para disfrutar un poco de un juego de niños, saborear un café, ofrecer
o corresponder a un abrazo; todas esas cosas sencillas y simples nos ayudan a vivir cada
día mejor.
Con una sonrisa podemos conseguir de pronto ese perdón que estamos buscando de alguien,
logramos muchas veces esquivar un diálogo incómodo y perturbador. La risa, una de las
mejores medicinas para el ser humano tiene que brotar espontáneamente para que sea
efectiva.
La sonrisa tiene un valor incalculable: libera, perdona, otorga, ayuda, limpia el alma y abre
las puertas del corazón.
“Abre alegre, las puertas de tu alma
y muestra eso que nos glorifica…
ya el mundo entero a grito te clama
que des a todos TU SONRISA”.