El verdadero espíritu de agradecimiento

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¿Qué significa para nosotros los hispanos celebrar “Thanksgiving”?

“Aunque no necesitas nuestra alabanza, ni nuestras bendiciones te enriquecen, tú inspiras y haces tuya nuestra acción de gracias, para que nos sirva de salvación, por Cristo, Señor nuestro”.

Así rezamos en uno de los prefacios de la Misa, la oración que introduce la Plegaria Eucarística.  Al prepararnos para el Día de Acción de Gracias, estas palabras nos dicen por qué es bueno darle gracias a Dios.  A Dios no le damos las gracias para ayudarlo a Él de alguna forma.  No es como un niño, a quien es bueno mostrarle el agradecimiento para fortalecerle la autoestima.  No le hace falta saber que estamos agradecidos para estar seguro de que ha hecho bien las cosas, como nos puede suceder a nosotros.

Al contrario, como afirma la misma oración, la acción de gracias es para bien nuestro; nos ayuda a nosotros mismos estar agradecidos.  Cuando Jesús sanó a diez leprosos, sólo uno, un samaritano, regresó a darle las gracias al Señor.  Su agradecimiento le sirvió de salvación, y Jesús le dijo, “Levántate y vete.  Tu fe te ha salvado” (Lucas 17, 19).

En nuestros países no existe la tradición del Día de Acción de Gracias (Thanksgiving), celebrado el cuarto jueves de noviembre todos los años, este año el 23 de noviembre.  Sin embargo, el agradecimiento a Dios por todas las bendiciones que hemos recibido forma una parte esencial del carácter latinoamericano.  Debemos recordar también que la primera celebración de Acción de Gracias en los actuales Estados Unidos no fue por los Peregrinos (ingleses protestantes) en Massachusetts en 1620, sino por los españoles (católicos) en San Agustín en 1565, precisamente con la celebración de la Santa Misa.  Por lo tanto, no nos debe ser difícil celebrar bien esa fiesta tan importante en este país.

Sin embargo, ¿cómo celebramos este día?  ¿Qué elementos de su celebración debemos adoptar?  Puede ser un día dedicado a comer demasiado y beber más.  Se puede mirar televisión todo el día, con un juego de fútbol americano tras otro.  Tristemente, la reunión familiar tan anhelada puede acabar con broncas, especialmente si la bebida ha hecho que las inhibiciones disminuyan.  Al día siguiente, se puede salir de tienda y empezar con la próxima tradición, la de gastar demasiado dinero en regalos de Navidad.

Si adoptáramos estas tradiciones, lo que estaríamos haciendo no sería dedicar un día a la acción de gracias, sino al consumo y al egoísmo.  Debe ser un día en la cual la pasemos bien con nuestras familias, pero en un verdadero espíritu de agradecimiento.  Una linda práctica es pedirles de antemano a todos los miembros de la familia que recuerden algo especial por lo cual están agradecidos este año.  Luego, antes de la cena, se les puede pedir que compartan estas razones con la familia.

Este compartir puede servir como introducción para la acción de gracias de la familia antes de cenar.  De hecho, los prefacios de la Misa comienzan casi todos diciendo, “En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar”.  Lo que debemos hacer el Día de Acción de Gracias es expresar por qué para nosotros, “es justo y necesario”, por qué para nosotros “es nuestro deber y salvación” expresar nuestro agradecimiento a Dios.

Qué bueno sería si aprendiéramos a celebrar el Día de Acción de Gracias con esta mentalidad.  Si comenzaran el día yendo a Misa en su parroquia, sería una buena manera de prepararse para pasar el día entero agradecidos.  Recuerden que “Eucaristía” significa, “acción de gracias”.  Ese agradecimiento, con el mismo espíritu del leproso de quien Jesús dijo, “tu fe te ha salvado”, es para nosotros y para nuestras familias, “nuestro deber y salvación”.

Pasaje sugerido de la Palabra de Dios – Lucas 17, 19: “Levántate y vete.  Tu fe te ha salvado”.

 

El verdadero espíritu de agradecimiento