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Gracias… porque es maravilloso vivir y soñar
En varias ocasiones hemos tratado el tema de la gratitud. Siempre tenemos
que concluir que esto de ser agradecidos, siendo algo tan especial, necesario y espléndido,
se ha convertido en algo tan difícil de encontrar entre nosotros los seres humanos.
Es lógico que no debemos generalizar porque afortunadamente todos somos diferentes.
Es común que nos “acostumbremos” a recibir ingratitud porque como dicen
por ahí: “uno se curte” y cuando menos pensamos llega el momento en que ni nos
asusta ni nos desengaña movernos en un ambiente en donde los desagradecidos
“abundan”. Esto nos hace concluir que; aunque no estemos esperando retribución
por las cosas que hacemos con todo el corazón y con los mejores ánimos, en
nuestro interior existe la esperanza de comprobar que nuestras acciones por lo
menos son aceptadas en forma cortés.
Es “normal” que entre los seres humanos pasen estas cosas. Lo que no es ni
normal, ni aceptable, ni mucho menos recomendable es ser ingratos con Dios.
A nuestro Padre debemos darle las gracias todos los días, no una sola vez al
año. El nos creó, nos dio la vida, tenemos tantas bondades suyas y tantas
bendiciones que cortas serán nuestras palabras y pobres nuestras acciones para
de verdad ser agradecidos con El.
Alguien escribió: “Gracias Señor porque es maravilloso alzar las manos y
poder caminar cuando hay tantos mutilados. Gracias Señor porque mis ojos ven
cuando hay tantos que no tienen luz. Gracias Señor porque puedo pensar cuando
hay tantos en tinieblas. Gracias Señor porque puedo oír cuando hay tantos que
no escuchan. Gracias Señor porque mi voz habla y canta cuando hay tantos que
enmudecen. Gracias Señor porque mis manos trabajan cuando hay tantas que
mendigan. Gracias Señor porque tengo salud cuando existen tantos enfermos del
alma y del cuerpo. Gracias Señor por el pan de cada día cuando hay tantos que
no pueden comer. Gracias Señor porque es maravilloso amar, vivir y soñar,
cuando hay tantos que odian, se angustian y se desesperan”.
Sugerencia: Agradezcamos a Dios todas y cada una de sus maravillas, todos los
días de nuestra vida.
Es maravilloso vivir y soñar