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La semana pasada reflexionamos sobre los Tres Reyes Magos, y dijimos que vinieron del Oriente, de donde sale el sol, el símbolo de la esperanza. Cualquier búsqueda que comencemos en nuestras vidas, búsqueda de amor, de soluciones, de esperanza, tiene que comenzar desde la luz, desde donde sale el sol y tiene que llevar la seguridad de que siempre se encontrará al niño Dios, porque EL está en todas partes.
Occidente padece de una mentalidad demasiado materialista. Este fue el caso de Roma en los tiempos del nacimiento de Jesús y sigue siendo cierto hoy en día. Por eso en estos días navideños, además de los maravillosos regalos, comidas y fiestas, debemos hacer un peregrinaje a lo espiritual, que es lo único que perdura. Los regalos, las comidas y las fiestas por mucho que nos diviertan, siempre se extinguen, se van. Pero los caminos que recorramos en busca de lo espiritual quedará por siempre, como quedaron por siempre Los Tres Reyes Magos, que buscaban al niño Jesús sabiendo en sus corazones que lo encontrarían. Fue un largo y peligroso viaje.
Los sabios reyes vieron la señal. Miraban con paciencia el cielo, listos y alertas vigilaban la noche. Las estrellas les contaban sus secretos y les guiaban hacia un bebé acabado de nacer en un establo de vacas. Y por fin llegaron.
La vida misma es ese viaje, esa peregrinación en busca de la paz. Para el ser humano la vida es una búsqueda de nuestra verdadera identidad. Y la identidad verdadera se encuentra sólo en lo espiritual. Por ello la importancia de Los reyes magos que buscan y encuentran porque levantan sus cabezas a las estrellas, e inclinan sus rodillas para besar al bebé sagrado.
Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo
Esta época navideña nos invita a reflexionar