Gracias por todo lo que parece insignificante

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La cultura hispana tiene como una de sus bases fundamentales la fe y la moral que nos ha legado el cristianismo. El dar gracias constituye, o debería constituir parte de ese fundamento.

Sin embargo las complicaciones que nos presenta el diario vivir dificultan el poder identificar las múltiples cosas por las que debemos dar gracias todos los días.

Es mucho más fácil el quejarse por cada situación adversa, una por una, todos los días sin darnos cuenta que cada queja atrasa nuestro espíritu y nos hace difícil el identificar cada una de las cosas positivas en nuestras vidas, por las cuales debiéramos estar agradecidos. Ese estilo de vida nos aumenta al estrés diario a la vez que nos hace parecer malagradecidos.

Aprendamos a dar gracias por todo lo que parece insignificante cuando no tomamos en consideración su importancia.

Demos diariamente gracias por la vida. A primera hora por la mañana tenemos la oportunidad de mirarnos al espejo, sonreír y agradecer que estemos vivos, que tenemos un día más para contribuir al mundo, admirar la naturaleza y quizás poner un grano de arena en el enriquecimiento de la vida de los demás.

Demos las gracias por la familia, por el amor que nos brindan y nos permiten brindar. Por los que ya no están con nosotros pero hicieron enormes contribuciones a la formación de nuestros principios y nuestros compromisos sociales y espirituales.

Demos gracias por el buen amigo que llega a nuestras vidas como un extraño y poco a poco comienza a ocupar un lugar de prominencia en nuestro corazón a base de su generosidad, cariño y compromiso con nuestras cosas.

Demos gracias a Dios amando al semejante. Es a través de nuestro compromiso con el prójimo que cumplimos con el mandamiento: Amarás al Señor tu Dios de corazón, alma y mente y de manera semejante, al prójimo como a ti mismo. Humildemente proponemos que: aquel quién no ama al prójimo no puede establecer que ama a Dios.

El Día de Acción de Gracias no es el día de comer pavo (o la comida que sea nuestra costumbre). Es el día de reunir a la familia y los amigos en agradecimiento a Dios por todo su amor a la vez que damos gracias alrededor de la mesa y la estancia por el amor, la solidaridad y el compromiso de todos aquellos que están a nuestro lado.

Es el día de estar, compartir y comer juntos. Es el día de dar gracias… y Dios bendice al dador alegre.

Gracias por todo lo que parece insignificante