
Editorial por María C. Triana
Las armas químicas no pueden ser una opción
Filas de cadáveres de niños envenenados en Siria son las imágenes dramáticas que estremecen al mundo esta semana.
La oposición de ese país denunció al régimen del tirano Al Assad de haber atacado indiscriminadamente con gas venenoso al pueblo, incluyendo cientos de mujeres y niños. Y Washington dice tener pruebas de que así ha sido. Las fotos y los videos del horror que se ha estado viviendo en ese país, tampoco mienten.
Nos preocupa a todos la utilización de un arma química, prohibida, que sume a las victimas en un horror indescriptible, y que mata indiscriminadamente –y de la que Siria tiene uno de los pocos arsenales que aún quedan en el mundo-. Pero el horror de las imágenes de niños agonizantes entre convulsiones y espuma en la boca, y las personas caminando como muertos en vida, con los pedazos de piel y carne colgando de sus cuerpos, son imágenes que el mundo moderno no debería tener que ver.
El gabinete del presidente Obama está tratando de convencer al Congreso de Estados Unidos a que de el visto bueno para que las fuerzas estadounidenses ataquen militarmente al gobierno totalitario sirio, y así castigar al régimen de Bachar al-Assad. Pero Estados Unidos no tiene el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU, que a su vez ha estado bloqueado por la oposición de Rusia y China, contrarias al uso de la fuerza, por sus intereses propios.
El congreso está analizando alternativas mientras el Presidente Obama trata de encontrar respaldo internacional.
Este es un tema extremadamente complicado, pero parece lógico y simple, que alguien tiene que dar una lección al tirano sirio, y otros como él, para que entienda que las armas químicas no son, y no pueden ser una opción en un mundo moderno donde tiene que existir el respeto por la dignidad y la vida humana.
Horror en Siria