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Entramos ya pronto en el mes de octubre, mes que para la Iglesia Católica en Estados Unidos tiene un doble significado. Es el mes del Santo Rosario y también el mes de Respeto a la Vida. Para el católico, dedicar el mes del Rosario a la oración pro-vida y al ayuno tiene mucho sentido.
Está en curso también, como bien sabemos, el Mes de la Hispanidad, el cual termina el 15 de octubre. Es bueno considerar el efecto que tiene en nuestra comunidad el aborto. Consideren cuántos de nuestros niños no han visto la luz del día, a causa de las leyes permisivas con respecto al aborto en este país. No respeta en absoluto nuestra herencia como hispanos, permitir que nuestros herederos no puedan gozar de la vida.
El pasado 20 de septiembre, en un discurso a un grupo de médicos católicos, el Papa Francisco trató este tema, comentando: “Cada niño no nacido, sino condenado injustamente a ser abortado, tiene el rostro del Señor, que antes incluso de nacer, y después apenas nacido ha experimentado el rechazo del mundo. Y cada anciano, también enfermo o al final de sus días, lleva en sí el rostro de Cristo. ¡No se pueden descartar!” Es ésta la visión de la Iglesia sobre la vida humana, al comienzo – y a lo largo de la vida.
En mi experiencia como sacerdote, he trabajado con muchas personas que han participado en un aborto, y que luego se han arrepentido. Para la mujer hispana, y también para el hombre hispano que ha estado envuelto en un aborto, el dolor es muy grande. Le cuesta mucho a la persona aun creer que Dios puede perdonarla. En situaciones como ésta, es mi tarea hacer creíble la misericordia de Dios, ayudar a la persona arrepentida a ponerse en manos de ese Dios que nunca la ha abandonado.
Estoy convencido que nuestra cultura, que tanto valora al niño, nos dice con insistencia que el aborto está mal. Si alguien cae en el aborto, hay raros casos en que se oye la excusa tan común en este país – era mi derecho, porque la criatura no era realmente una persona. En los casos con que yo he lidiado, casi siempre la persona se sintió que no tenía opción, pero se da cuenta que lo que pasó fue algo muy malo.
De aquí la importancia de esforzarnos para que ninguna mujer, ninguna pareja, se sienta desesperada, que no tiene más opción que el aborto. El programa Respeto por la Vida de la Diócesis de Palm Beach, como muchos otros programas parecidos, está preparado para hacer mucho para ayudar a la muchacha o a la pareja que necesita ayuda, para poder dar a luz a un hijo. A veces se oye la queja que a la gente pro-vida les importa más el niño no nacido que los nacidos, pero en mi experiencia esto no es cierto. Yo he visto como a las mamás se les ha tratado con amor, antes y después de nacer los hijos, y se le trata con mucho cariño.
En algunas situaciones, es posible que la mamá crea que de ninguna manera pudiera criar a su hijo. En este caso, hay que recordar la posibilidad de la adopción. No hay mejor regalo que una madre puede darle a su hijo que el regalo de la vida y del sacrificio, aun si a veces ese regalo hay que hacerlo de una manera que duele mucho, como puede ser el dar un bebé en adopción.
En estos días en los cuales se nos pide rezar por la vida, sabemos que el arma más valiosa en esa oración es el Rosario. Como hispanos, reconozcamos el efecto terrible que tiene en nuestra comunidad el aborto, y comprometámonos a proteger de verdad la más preciosa “herencia hispana”.
Los niños son la más valiosa herencia hispana