Los olvidados

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Una amiga me contó una historia muy triste. Ella vive sola. Se encontraba muy enferma y necesitaba ir para el hospital urgentemente. Era muy entrada la noche; llamó a su hijo que está casado con una Americana. El le dijo que le era imposible en aquel momento ir en su ayuda. Ella entonces decidió acudir a la nuera; pero ésta le contestó que era muy tarde y le aconsejó tomar un taxi y así resolver el problema sin molestar a nadie. La entristecida mujer acudió  a una vecina que le hizo el favor, con gran caridad cristiana de llevarla al hospital. Después de estar ingresada corto tiempo el médico la envió a casa con el correspondiente tratamiento que debía seguir cuidadosamente. Pasaron muchos días y ella seguía sola en su casita. Ni EL HIJO NI LA NUERA la llamaron para enterarse como había seguido. ¡DESVENTURADOS, HAN QUEBRANTADO EL CUARTO MANDAMIENTO DE LA LEY DIVINA!: “HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE”. Esto es grave, muy grave, gravísimo. Este lamentable hecho me ha dado pie para escribir una mini novela que muy bien pudiera ser una estampa de la vida real: “LOS OLVIDADOS”
Afuera la obscuridad lo envolvía todo. Era de noche; noche oscura y silenciosa. El cielo se veía bellísimo lleno de estrellas titilantes como queriendo iluminar el universo.  Una gran tranquilidad se siente alrededor que solamente es interrumpida por el silencioso ruido del silencio; un silencio frio de noche invernal, frio como el que sienten las almas olvidadas. Sí, como María Isabel,  recluida en una casa de ancianos.
Era muy entrada la noche, larga noche… Pronto iba a amanecer y un nuevo día lleno de esperanzas, ilusiones y amor sublime llenaban su alma de madre y abuela ilusionada. Había llegado la fecha tan esperada por ella; iba a cumplir sus ochenta y cinco años de edad. Toda una vida dedicada a su único hijo, por  quien se había sacrificado para darle una carrera y hacer su vida más fácil. Eran muy pobres y la universidad muy cara; su hijo quería ser médico, esa era su ilusión; pero, como para las madres que son madres de verdad no hay barreras insalvables, ella prometió a su hijo que haría todo lo posible para que su deseo se convirtiera en realidad y, en realidad se convirtió; pues pudo graduarse con las más altas calificaciones, y hoy es uno de los más famosos galenos  de la ciudad.  El nunca supo de donde la madre sacaba el dinero para que pudiera estudiar con toda comodidad; ella piadosamente le hacia creer que tenia una buena pensión como viuda y retirada. La realidad era muy otra. Lo que recibía del gobierno apenas alcanzaba para la comida; pero ella no quería defraudar a su hijo del alma que vivía ilusionado con ser médico. Había que buscar otras fuentes de ingreso. Pasaba largas horas limpiando las casas de las personas ricas de la zona y por las noches, en el silencio del hogar y pensando siempre en su hijo amado, lavaba y planchaba grandes cantidades de ropa que algunas amigas le daban, para ayudarla en la tarea que sabían ella se había empeñado.
Ahora vive aquí; éste es su hogar desde hace más de cinco años. UN ASILO PARA  ANCIANOS. ¡En casa de su hijo no hay lugar para ella!    Continuará en la próxima CAPSULA.
FINIS CORONAT OPUS

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