Para recapacitar

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Cuentan por ahí que un cardiólogo de África del Sur decidió hacer un viaje
al otro lado del mundo para conocer a una gran maestra que vivía en el
Perú.
Mucho interés puso en la preparación del viaje empezando por hablar con
la profesional con quien iba a tener la entrevista a fin de contratar la cita
con todos los detalles.
Días más tarde se encontraba en el avión con rumbo a la ciudad de Lima,
tenía tantas preguntas, muchísimas inquietudes. Total que preparó todo
su material mientras era la hora de su cita con la doctora.
Los colegas se encontraron, conversaron ampliamente durante un largo
rato, pero el médico se sentía intrigado porque el apartamento en donde
también estaba la oficina de la profesional estaba casi vacío, pocos
muebles, no muchos cuadros, sencillo todo. El visitante, aún vacilando
preguntó:
– doctora-le dijo con timidez- ¿cómo vive usted con tan pocas cosas?
– Usted también trae pocas- le contestó señalándole la maleta que
había colocado el hombre a un lado de la silla que ocupaba.
– es que yo estoy de paso le contestó el cardiólogo.
– En esta vida yo también estoy de paso, le respondió la doctora.
El médico que venía a visitarla para aprender más sobre el corazón humano,
aprendió que acumular objetos no es la misión que nos trae a esta tierra, sea
cual sea el tiempo que permanezcamos en ella.
Pudo ver que lo verdaderamente valioso es servir a la humanidad con el
oficio que a cada quien corresponde. Ese es el equipaje que permanece más
allá después de emprender nuestro último viaje.
Vemos entonces en breves escritos, en cortos episodios de nuestra vida que
cuando nos vayamos no nos vamos a llevar nada (cosa que hemos sabido
desde siempre) pero que olvidamos con relativa frecuencia. Dejamos carros,
inmuebles, joyas y todo aquello material que teníamos. ¿Qué tenemos para
dejar que de verdad valga la pena y que nos haga permanecer en el corazón
y en el recuerdo de muchos? ¿fuimos útiles, serviciales, buenos amigos,
bien para la sociedad, fieles a nuestras creencias, dimos buen ejemplo, supimos
escuchar, tuvimos misericordia para con el prójimo? Indudablemente que
también como seres humanos tuvimos fallas, cometimos errores, errores que
muy posiblemente irán a sobresalir cuando alguien que de verdad nos apreció
los recuerde y nos extrañe. Si verdad nos convencemos que lo que dejemos como herencia va a ser parte de un patrimonio que valga la pena, pues manos
a la obra: hagamos todo lo posible por ser mejores cada día y vámonos
tranquilos dejando una herencia que valga la pena.

Para recapacitar