Recuento de una insensata matanza

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Veinticuatro horas después de la insensata matanza en el astillero de la Armada en Washington, no hay todavía respuesta al interrogante central: el porqué atacó Aaron Alexis, un joven electricista militar de 34 años, las instalaciones militares; por qué mató ni bien llegó al agente de seguridad; por qué durante un largo rato estuvo disparando desde el tercer o cuarto piso del edificio 197 contra empleados del complejo federal?

Y también, a la luz de la información que viene llegando sobre sus problemas mentales y antecedentes de conducta violenta, ¿cómo puede ser que lo empleaban las Fuerzas Armadas? ¿Cómo es que le dieron un carnet de identificación que le permitía entrar al local? ¿Cómo le permitieron ingresar con dos armas largas, sin revisarlo ni impedirlo? No es el único, nos dice Reuters. En el último año, 52 personas condenadas por delitos graves (felons) obtuvieron estos permisos de entrada a instalaciones de la Marina.

Y finalmente, ¿cómo es que nadie se dio cuenta? ¿Cómo es que nadie lo impidió, alertando sobre su situación mental, o al menos quitándole el derecho a portar armas de fuego?
Quizás no haya respuestas satisfactorias, ni ahora ni en el futuro. Pero estos son, señalando la fuente, los datos que se saben sobre el asesino múltiple.
Aharon Alexis, un afroamericano oriundo de Nueva York, entre otros lugares, se había convertido al budismo. Visitó al menos una vez Tailandia y aprendió rudimentariamente su lengua. Trabajó como camarero en un restaurante tailandés y deleitaba a los comensales de esa procedencia con palabras en su idioma. Vivió por varios meses con una pareja de tailandeses – Nutpisit Suthamtewakul y su esposa – a quienes conoció en el templo, pero éstos le pidieron que se fuese porque no pagaba su parte de los gastos. Finalmente, era un adicto a los juegos de video por internet, especialmente los que involucraban disparos.
Se alistó en la Marina de guerra como electricista, entre el 2007 y 2011, y durante ese lapso tuvo al menos ocho incidentes disciplinarios, con amagues de violencia.

En 2004, según un documento publicado ahora en línea de la policía de Seattle, Washington, Alexis disparó su arma de fuego contra las llantas del capataz de una cuadrilla que trabajaba contiguo a su casa, porque, decía, le impedían estacionar. En la investigación dijo no recordar el momento del disparo.
En su vivienda la policía encontró armas y municiones, que quedaron en su poder.
En 2008, fue arrestado por conducta violenta en el condado DeKalb del estado de Georgia.
En 2010 fue arrestado en Fort Worth, Texas, porque disparó desde su departamento al que estaba en el piso superior, según él porque estaba limpiando el arma, según los vecinos porque le molestaba el ruido que ellos causaban. Tampoco se presentaron cargos.
Alexis sufría problemas mentales, y vivió incidentes repetidos relacionados con “el dominio del enojo”, según palabras de su padre, quien durante un incidente previo dijo a la policía que Aaron sufría de estas cuestiones desde que “ayudó en el salvataje de víctimas del 11 de septiembre en Nueva York”.
Y así, el 7 de agosto, hace poco más de un mes, llamó desde el hotel a las autoridades para decir que “estaba escuchando voces desde dentro del clóset”, lo cual justificaba, agregó, su pedido de que lo transfiriesen, como veterano del arma, a un hotel del Navy. Especialmente porque “tres personas lo habían estado siguiendo desde el aeropuerto”, informó.
Pese a eso, agrega la fuente, no se le cuestionó su permiso de entrada al astillero naval.
Trabajaba para The Expertes, a su vez un subcontratista de HP Enterprise Services. La misión de la empresa era renovar equipo electrónico utilizado por el sistema de Intranet de la Infantería de Marina.
Una semana antes de su amok, comenzó a trabajar en el astillero naval, cumliendo tareas similares.
Entonces, ¿cómo puede ser que con todos sus antecedentes lo contrataron? Porque en sus récords no aparecía nada, dijo su empleador.
En la mañana del lunes, cuando llevó su automóvil – legalmente – al estacionamiento contiguo al edificio 197, al que caminó portando una escopeta (y no dos armas como se dijo anteriormente). Obtuvo, seguramente luego de matar al guardia de seguridad, dos revólveres. Con ellos se parapetó y disparó metódicamente contra los empleados que circulaban en la cafetería del edificio y luego en los corredores que lo conectan con otros, cuando huían. Aún no se sabe si murió como consecuencia de un enfrentamiento con la policía o si se quitó la vida, aunque según la jefa policial Lanier, sus efectivos estuvieron en el lugar de los hechos siete minutos después de haber sido alertados y se confrontaron con Alexis repetidas veces. (Despachos combinados)
Recuento de una insensata matanza