Seamos testigos del Dios de los vivos

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En la primera lectura de este domingo, leemos una selección de un pasaje más largo, la historia de los siete hermanos arrestados y martirizados en el capítulo 7 del segundo libro de los Macabeos.  Es una época de una persecución contra los judíos que están tratando de mantenerse fieles a sus prácticas religiosas, en frente del rey griego, que quiere crear uniformidad, sobre todo en la práctica religiosa, en todo su imperio.  El cuarto de los hermanos, antes de ser matado, dice: “Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se tiene la firme esperanza de que Dios nos resucitará.  Tú, en cambio, no resucitarás para la vida”.  Luego la madre le insiste a su último hijo que se mantenga fiel como sus hermanos, confiando en Dios.  Por último, ella muerte.

Es precisamente por la fe en la futura resurrección que esta familia tuvo la audacia de mantenerse fiel, sin preocuparse por el costo.  Los primeros cristianos siempre vieron como muy relevante la historia de estos mártires judíos, porque el martirio sería muy común en la Iglesia primitiva.  El Evangelio del domingo (Lucas 20, 27-38) nos presenta a Jesús insistiendo en la realidad de la resurrección: “Y que los muertos resucitan, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob.  Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven”.

Es nuestra fe en la resurrección que nos debe ayudar a nosotros a dar testimonio de Cristo en todo momento, cuando parezca más fácil y sobre todo cuando es difícil.  La oración de San Pablo por los cristianos de Tesalónica (2 Tesalonicenses 2, 16- 3, 5) es una oración por ellos, y también por nosotros, para que pudieran ser fieles en todo momento a su testimonio cristiano: “Pero el Señor, que es fiel, les dará fuerza a ustedes y los librará del maligno.  Tengo confianza en el Señor de que ya hacen ustedes y continuarán haciendo cuanto les he mandado.  Que el Señor dirija su corazón para que amen a Dios y esperen pacientemente la venida de Cristo”.

A veces podemos creer que este mensaje de sufrimientos por la fe es de otra época.  Es bonito creer que viviremos para siempre, pero no es algo que impacta mucho a nuestra vida diaria.  Nos esforzamos por hacer el bien, pero nos cuesta trabajo imaginarnos listos por ser fusilados por ser cristianos.

No cabe duda que en este país tenemos la dicha de la libertad religiosa, a pesar del hecho que aun aquí está esa libertad bajo presión de muchas partes.  Sin embargo, la realidad en muchas partes del mundo, en algunos de nuestros países de origen, pero aun más en los países de África donde hay una gran población musulmana, en Medio Oriente, en la India, la China, y muchas otras partes de Asia, es muy peligroso hoy en día ser cristiano.  Es muy importante mantenernos informados de lo que sufren nuestros hermanos en la fe, para poder rezar por ellos y también para poder hacer todo lo posible para apoyarlos.

Un sitio en la Red Informática que provee mucha información con respecto a la realidad de los cristianos, en particular los católicos, de Asia es www.asianews.it.  Este portal se puede abrir en español o en inglés, y tiene mucha información sobre lo que viven en su vida diaria estos mártires (testigos) de Jesús hoy en día.  Les invito a visitar frecuentemente este sitio.

Pidamos también hoy, como hizo San Pablo en otro tiempo, poder ser nosotros fieles testigos del Señor Jesús, el que murió por nosotros para que pudiéramos compartir la vida de la resurrección.  Sin duda, “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven”.  Podamos nosotros siempre vivir para Dios.

 

Pasaje sugerido de la Palabra de Dios – 2 Tesalonicenses 3, 5: “Que el Señor dirija su corazón para que amen a Dios y esperen pacientemente la venida de Cristo”.

Seamos testigos del Dios de los vivos