Tus pensamientos pueden liberar habilidades que tú no sabía que poseías

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En un artículo publicado en inglés, en la revista “Mente”, se hace un análisis sobre los más recientes estudios y experimentos científicos que demuestran cómo lo que uno piensa puede cambiarnos tanto físicamente como mentalmente.

Para llevar a cabo el estudio, dos investigadores pidieron a dos grupos de personas que respondieran a ciertas preguntas de conocimientos.

A los participantes de uno de los dos grupos se les dijo que antes de cada pregunta, la respuesta correcta aparecería brevemente en sus pantallas –demasiado rápido para ser percibidas conscientemente, pero suficientemente despacio para que su subconsciente lo pudiera percibir.

Al otro grupo se le dijo que verían flashes con hileras de letras sin sentido. De hecho, a ambos grupos se les mostró la hilera de letras sin sentido, no las respuestas a las preguntas. Pero las personas que esperaban que la pantalla les mostrara las soluciones ¡obtuvieron las respuestas correctas.

En muchos casos, dicen los científicos, pensar que tenemos limitaciones es la principal limitación que poseemos. Este estudio se agrega a la evidencia científica que sugiere que nuestros pensamientos son capaces de extender nuestros límites cognitivos y físicos.

El ser humano sabe mucho más de lo que cree saber

Tu cerebro está recibiendo informaciones constantemente, y todos esos conocimientos están dentro de uno. Esas informaciones no se pierden, uno simplemente olvida donde las guardó. La prueba es que un día, quizás, una canción nos hace recordar algo que creíamos olvidado.

En una situación como la el estudio de arriba, las personas se relajaron porque pensaban que les iban a decir las respuestas, y el relajarse les permitió acceder a esos códigos (o llaves) que abren nuestros recuerdos y conocimientos.

¿Puede tu pensamiento mejorar tu visión?

Hasta ahora hemos creído que nuestra visión depende de nuestras condiciones físicas, y esas condiciones determinan lo bien, o lo mal que vemos.

Sin embargo, una investigación reciente de la profesora de psicología de la Universidad de Harvard, Ellen Langer, y otros colegas, sugiere todo lo contrario.

Aprovechando que la gente piensa que los pilotos de combate tienen una muy buena visión, ya que de ello depende su vida, los investigadores en este estudio pusieron a un grupo de personas en la mentalidad de un piloto de la Fuerza Aérea, poniéndolos en un simulador de vuelo.

El simulador consiste en una cabina real, que incluye todos los instrumentos de vuelo. La cabina está montada en ascensores hidráulicos que imitan el movimiento de los aviones. Además, a los participantes se les dio uniformes verdes del ejército, y se les sentó en el asiento del piloto, para aprender a realizar sencillas maniobras de vuelo. Entonces, mientras “volaban”, se les hizo un examen real de la vista.

Otro grupo de participantes fue el grupo de control y todo fue igual, excepto que el simulador se mantuvo inactivo. Mientras estaban en la cabina se les hizo la misma prueba de la visión.

El resultado fue que la visión de la gente que “voló” el simulador que estaba activo, mejoró considerablemente comparado con el examen de vista que le habían hecho anteriormente.

Para descartar el posible efecto de la motivación, los investigadores llevaron a otro grupo de personas a la cabina y se les pidió que leyeran un breve ensayo sobre  motivación. Después se les instó a que se mantuvieran motivados y se esforzaran en ver mejor cuando le hicieran el examen de la vista. El examen de la vista se llevó a cabo con el simulador inactivo. En este caso los participantes no mostraron una mejora significativa de la vista.

En un examen regular de la vista, estamos acostumbrados a comenzar a experimentar problemas en el tercio inferior de la cartilla, donde las letras empiezan a ser pequeñas.

En otro experimento, Ellen Langer y sus colegas mostraron a la gente una cartilla cambiada. En la parte superior, pusieron las letras de tamaño medio (eliminándose las letras grandes) y subiendo un escaño las más pequeñas.

Así la gente (que no sabía sobre el cambio) leyó normalmente los dos primeros tercios de la tabla, y fueron capaces de leer letras mucho más pequeñas, de las que normalmente leían.

La semana próxima: “Cómo responden nuestros cuerpos a lo que pensamos.”

Resuelve este problema de creatividad

Un negociante trajo del medio oriente 4 cadenas de oro, cada una consistía de 3 eslabones, como se ve en la figura 1.

mayda-figÉl quería mantenerlo como inversión, pero su esposa sugirió que si unía las piezas, saldría un hermoso collar, que valdría mucho más. Entonces ella fue a un joyero y le preguntó cuanto le cobraría por unir las piezas.

El joyero organizó las piezas como en la fig. 2,
mayda-fig-2Y le dijo: “Te cobro $2.50 por romper cada eslabón y $2.50 por unirlos de nuevo. Como tienes 4 eslabones, te costará $20.
La mujer le dijo: Eso es demasiado. De hecho, cobrando $2.50 por romper y $2.50 por unir, puedes hacerlo por $15.
Lo que ella proponía era unir solamente 3 enlaces, en vez de 4. ¿Cómo lo harías tú para que te costara solamente $15? Si piensas en los segmentos de la cadena como cuatro lados de un cuadrado o como segmentos de un círculo, no podrás resolver este problema. Pero si cambias enfoque y no lo consideras como 4 piezas, podrías encontrar una solución. Trata de pensar en distintas posibilidades, desmonta las piezas, muévelas, cámbialas… se trata de que desarrolles tu creatividad. ¡No mires la respuesta antes de tratar!

RESPUESTA
A sugerencia de la mujer, el joyero colocó las tres piezas en un patrón triangular, desmontó el segmento restante en tres eslabones, y usó cada eslabón para unir las tres esquinas del collar. ¿Inventaste tú otro método? ¡Déjanos saber!

mayda-fig-3

 

Tus pensamientos pueden liberar habilidades que tú no sabía que poseías