Un espía en La Habana

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Hurgando en las páginas de la historia de la Cuba republicana, la de ayer, la libre; aparece un episodio muy interesante. El 1ro. de octubre de 1942 fue ajusticiado en el Castillo del Príncipe, en la Habana, el espía alemán Tte. Heinz August Lunning. Estábamos en plena conflagración mundial y era presidente de la República el General Fulgencio Batista y Zaldívar.

Cuba fue el primer país latinoamericano que se unió a Estados Unidos en su declaración de guerra contra la Alemania nazi. El espía Lunning era de descendencia hispana, su esposa y una hija menor  permanecían en Bremen, su tierra natal. Al morir tenía solamente 31 años de edad.  Graduado en una academia especial para espías, llegó a Cuba donde le asignaron para controlar parte de la América del Sur manteniendo contactos con sus colegas en Argentina, Chile, Brasil y Honduras. Su constante correspondencia fue la causa fundamental de su arresto el día 5 de septiembre de 1942 en una casa de modas que había establecido en la calle de Industria, en el centro de la ciudad de la Habana, al llegar a la isla procedente de España.

En esa tienda tenia su cuartel general de espionaje. El Tribunal de Urgencias de la Habana lo condenó a la última pena y el Tribunal Supremo ratificó la sentencia el 21 de septiembre de 1942. La noche víspera de su muerte permaneció jugando dominó con su abogado y otros custodios. El tenía grandes esperanzas de que su pena fuera conmutada; pero no fue así. A las 8 de la mañana de aquel 1ro. de octubre  de 1942 estaba frente al pelotón de fusilamiento. No quiso que lo vendaran.

El Padre Ángel Rey, capellán del Colegio Dominicas Americanas lo confesó y le administró la sagrada comunión. Murió abrazado a un crucifijo que le ofreció el sacerdote. Antes de morir entregó esta nota a la prensa: “A pesar de la sentencia dictada por los cubanos, cumpliendo con las leyes de este país, sigo pensando que mis actividades no han sido de ningún daño directo a Cuba”. Así terminó su vida el Tte. Heinz August Lunning, el primer espía nazi fusilado en toda la América. ¡Qué triste! ¿verdad Clara? ¡Bueno…el que juega con fuego está expuesto a quemarse tarde o temprano, este joven alemán se quemó bastante temprano, con apenas 30 años de edad.  ¡Qué pena!

FINIS CORONAT OPUS

Por José Luis Pérez
Un espía en La Habana